Las prácticas formativas en Ciencias Sociales: una comparación entre el Trabajo Social y la Sociología


Departamento de Sociología, Universidad de Granada, Granada, España
Departamento de Trabajo Social, Universidad de Granada, Granada, España

Resumen

Las prácticas profesionales en la disciplina del Trabajo Social en España se remontan a la década de 1960. En 2010 la enseñanza se convertirá en un título de Grado universitario. Este artículo responde a tres objetivos fundamentales: conocer las habilidades que aportan las enseñanzas prácticas y profesionales a los estudiantes de Trabajo Social y Sociología; investigar cómo contribuyen las prácticas formativas a la práctica profesional crítica en ambas disciplinas y en resolución de problemas del trabajo social; identificar cuáles son los puntos fuertes y débiles de las prácticas profesionales en el trabajo social, sus causas y consecuencias. Se utiliza una metodología cualitativa con análisis de fuentes secundarias y entrevistas semiestructuradas a los actores involucrados en las prácticas formativas de cada grado. Los resultados muestran cómo el Plan Bolonia, por una parte, ha fortalecido áreas de conocimiento cómo el trabajo social, frente a otras con mayor tradición académica como la sociología, ampliando sus prácticas formativas, aportando mayores perspectivas críticas y permitiendo una mejor integración entre teoría y práctica; en contrapartida también se muestran debilidades, a saber: la insuficiente oferta de centros formativos, la desconexión entre los grupos de supervisión y, consecuentemente la diferenciación en la formación del propio alumnado.

Palabras clave

prácticas formativas, supervisión, trabajo social, sociología, educación superior

Abstract

Professional practice in Social Work is not new. In southern Spain, for example, such practice dates back to the 1960s. In 2010, studies in this discipline were incorporated into the university education system. This article has three main objectives: (1) to determine which skills students of social work and sociology acquire when taking part in practical and professional courses; (2) to investigate how formative practice contributes to critical professional practice in both these disciplines and how it impacts problem solving in social work; and (3) to identify the strengths and weaknesses of professional practice in social work and analyse their causes and consequences. To achieve these objectives we used a qualitative methodology in which we analysed secondary sources and conducted semi-structured interviews with participants involved in formative practices on each degree. Our results show that the Bologna Plan has strengthened knowledge areas such as social work more than others with greater academic traditions (such as Sociology) by expanding their training practices, providing greater critical perspectives, and promoting better integration between theory and practice. Weaknesses are also observed, however. These include an insufficient number of teaching centres and a disconnection between supervision groups that has led to differences in the training students receive.

Keywords

training practices, supervision, social work, sociology, higher education

Resum

Les pràctiques professionals en la disciplina del Treball Social a Espanya es remunten a la dècada del 1960. L’any 2010, l’ensenyament es va convertir en un títol de grau universitari. Aquest article respon a tres objectius fonamentals: conèixer les habilitats que aporten els ensenyaments pràctics i professionals als estudiants de Treball Social i Sociologia; investigar la contribució de les pràctiques formatives a la pràctica professional crítica en les dues disciplines i en la resolució de problemes del treball social; identificar quins són els punts forts i febles de les pràctiques professionals en el treball social, les causes i les conseqüències. S’utilitza una metodologia qualitativa amb anàlisi de fonts secundàries i entrevistes semiestructurades als actors involucrats en les pràctiques formatives de cada grau. Els resultats mostren que el Pla Bolonya, d’una banda, ha enfortit àrees de coneixement com el reball social, enfront d’altres amb més tradició acadèmica com la sociologia, ampliant les seues pràctiques formatives, aportant perspectives crítiques més grans i permetent una millor integració entre teoria i pràctica; en contrapartida, també es mostren debilitats, és a dir: la insuficient oferta de centres formatius, la desconnexió entre els grups de supervisió i, en conseqüència, la diferenciació en la formació de l’alumnat.

Paraules clau

pràctiques formatives, supervisió, treball social, sociologia, educació superior

Notas de Aplicación Práctica

¿Qué se sabe sobre el tema?

  • Si bien a nivel internacional existen investigaciones sobre la formación práctica en disciplinas de las Ciencias Sociales en el contexto español son escasas y aún más cuando se trata de disciplinas universitarias jóvenes como el Trabajo Social por su reciente adscripción como grado universitario en comparación otras disciplinas con mayor trayectoria histórica como área de conocimiento como es la Sociología.

¿Qué aporta este artículo?

  • Es original el enfoque comparativo de dos disciplinas que, si bien en su origen e historia han estado muy cerca, en su formulación como disciplinas científicas y enseñanzas universitarias, se han ido distanciando, empezando por la legitimidad dada a las mismas como a sus planes de estudios y específicamente su diseño en la formación práctica.

Implicaciones para la práctica y/o política

  • Son muy importantes por lo que respecta a la política universitaria y los planes de estudios. Concretamente en lo referido al diseño de la formación práctica en disciplinas de Ciencias Sociales, a saber: por un lado, porque la formación práctica es compartida en los currículos de ambas disciplinas y éstas pueden ser compartidas y mejoradas a partir de su comparación.

  • Por otro lado, la formación práctica supone la primera aproximación a la aplicación de las enseñanzas adquiridas para la resolución de problemas sociales.

  • En tercer lugar, por ser una primera aproximación al contexto profesional cualificado por parte de la mayoría del alumnado.

  • Finalmente, por la transferencia de conocimiento que la formación práctica supone.

Introducción y revisión de la literatura

En 2010, la docencia del Trabajo Social en España se convirtió en título universitario de Grado y las prácticas profesionales experimentaron importantes cambios que influyeron en su identidad corporativa, fortaleciéndose cómo profesión dedicada a la transformación social frente a otros grados universitarios. El objetivo de este artículo es comparar las aportaciones de la enseñanza de prácticas profesionales para estudiantes de Trabajo Social y otras Ciencias Sociales como la Sociología. Queremos responder a las siguientes preguntas: ¿Qué habilidades aportan las enseñanzas prácticas y profesionales a los estudiantes de Trabajo Social y Sociología? ¿Cómo contribuyen las prácticas formativas a la práctica profesional crítica en ambas disciplinas y en la profesión de resolución de problemas del trabajo social, específicamente? ¿Y cuáles son las fortalezas y debilidades de las prácticas profesionales en Trabajo Social, sus causas y consecuencias? Si bien ambas disciplinas en su origen se diferencian por el carácter eminentemente práctico del Trabajo Social y teórico de la Sociología, esta caracterización se difumina desde la reconversión a grado universitario de Trabajo Social y la aplicación de los Planes de Bolonia en 2010 para facilitar la empleabilidad, la movilidad y el reconocimiento de los títulos universitarios en Europa, siendo central la incorporación y protagonismo de las prácticas profesionales en el plan de estudios de ambas disciplinas.

La posición y el tipo de relación con profesorado, tutores académicos y supervisores profesionales emergen como aspectos fundamentales para unas prácticas formativas críticas. En este sentido, el elemento común del Trabajo Social critico ha sido la necesidad de que los trabajadores sociales conozcan y reflexionen sobre su ubicación social en las estructuras de dominación racial, de clase, de género, heterosexual... como piedra angular para una práctica crítica y no opresiva, es decir, lo que algunos autores cómoKondrat (1999) han denominado "autorreflexividad crítica".

El Trabajo Social crítico ha sido definido desde diversas concepciones y discursos. Existen planteamientos que enfatizan el análisis estructural de los problemas personales; las funciones de control social del trabajo social; la crítica continuada a las funciones opresivas del trabajo social; o a la liberación personal y al cambio social (Fook, 2002; Fook, 2003). Otros autores plantean un ejercicio profesional del trabajo social anti-opresivo y de investigación participativa y acción (Caspersen & Smeby, 2021; Healy, 2000). Uno de los retos fundamentales de los enfoques teóricos críticos del trabajo social es su aplicación práctica.Ferguson and Woodward (2009) señalan que, en la práctica, el trabajo social crítico sigue siendo un enfoque minoritario en países como Gran Bretaña, Canadá y Australia ya que contradice en gran medida los valores y prioridades establecidas a nivel político dentro del marco neoliberal (Ruiz & Sánchez, 2017). 

Por otra parte, las prácticas formativas las entendemos como la incorporación a la acción, la formación crítica de los marcos teóricos dados, y añade “por ello, caracteriza un modo de hacer, un modo concreto de acercarse a la realidad, de forma coherente e intencionada” (Cruz, 2011; Irvine, Molyneux, & Gillman, 2015). La práctica crítica del trabajo social significa el rechazo a las relaciones de poder entrelazadas que impregnan los encuentros de los trabajadores sociales con los clientes. A esto se añade el hecho de que muchos estudiantes, no conocen el trabajo social radical más contemporáneo, ni ejemplos de prácticas y movimientos de trabajo social radical (Ferguson et al., 2009). En este sentido, es fundamental analizar si la formación teórico-práctica de los trabajadores sociales promueve enseñanzas dirigidas a reconocer las diferentes formas de opresión estructural y a actuar sobre ellas (Heggen, Smeby, & Vågan, 2015; Ruiz et al., 2017). 

En la literatura sobre trabajo social se menciona con frecuencia la importancia de que los trabajadores conozcan su ubicación social en las estructuras de dominación racial, de clase, de género, heterosexual, etc. La reflexión sobre los privilegios asociados con la ubicación social se considera la piedra angular de una práctica tan opresiva, y el artículo de Mary Ellen Kondrat sobre autorreflexividad crítica proporciona una contribución teórica importante y una articulación de cómo sería en realidad (Kondrat, 1999). Algunos autores comoRossiter (2001) plantean la dificultad de ejercer un trabajo social crítico cuando la profesión es parte del propio sistema que define la victimización de las personas a las que ayuda. Sin embargo, basándose en el reconocimiento de Foucault del eje de conocimiento del poder y su conceptualización de la forma capilar del poder, el autor argumenta que la posibilidad de resistir la reproducción de las relaciones de poder dominantes se basa en un análisis de la subjetividad y las posiciones de los sujetos (Heron, 2005; Heron, 2007). En consecuencia, desde las prácticas formativas del trabajo social se están reproduciendo este tipo de relaciones desde tres posiciones fundamentales: la primera tiene que ver con la relación docente-estudiante de grado; la segunda con profesional de prácticas-estudiante de prácticas; y la tercera con docente universitario-profesional de prácticas. Las dos últimas son las que interesan respecto a las prácticas formativas, pues la primera es general en toda la formación universitaria.

La relación entre estudiante y tutor-a académico o supervisor-a de prácticas ha sido definida como “una relación dinámica entre el supervisor y el asistente social, ya sea profesional o estudiante, relación por la cual el supervisor, en razón de sus conocimientos, de su comprensión de sí mismo y de los demás y de su experiencia en las técnicas del servicio social, presta una ayuda real al supervisado, tanto profesional como personalmente” (Tonon, Robles, & Meza, 2004, 26). Se destaca la inclusión de la conciencia del propio supervisor sobre sí mismo, sin embargo, no se define la actitud crítica en la relación con el estudiante o en su propia actuación. Otras aportaciones que sobre el papel del supervisor son las deCruz (2011) cuando expone que éste debe ser:

un agente reflexivo, lo que permite al estudiante descubrir las trampas organizacionales, […], en referencia a esa dificultad de los estudiantes de asimilar la realidad institucional con la idealización teórica de su práctica; en este sentido, el supervisor actúa como agente que relaciona la teoría con lo particular de la institución, sin dejar de lado la finalidad del método o las metodologías aplicadas. Así, las trampas pueden ser aquellas tensiones dadas en las relaciones con la institución académica que no son atribuibles a ninguno de los dos, pero que se representan cómo conflictivas para los estudiantes en el desarrollo de su proceso.

(Cruz , 2011, 4)

Por otro lado, el tutor-a de prácticas o profesional del centro suele ser el encargado de:

preparar la introducción del alumno-a en la realidad laboral y supuestamente deben aplicar los modelos teóricos, herramientas metodológicas y protocolos de actuación en los que se ha formado al alumno-a, y que constituyen en el cuerpo teórico común de nuestra disciplina […] y debe realizarse, siempre, por trabajadores sociales que desempeñen su actividad en los centros colaboradores.

(Riquelme, 2010, 238)

Materiales y métodos

Esta investigación combina el trabajo documental, las entrevistas semiestructuradas, y la reflexión sistemática desde una autorreflexividad crítica sobre nuestras prácticas como profesoras, supervisoras de prácticas, tutoras académicas y profesionales del trabajo social en activo.

La metodología cualitativa se basa en muestras reducidas y ha permitido profundizar en los discursos, prácticas y percepciones de los participantes, profesores, estudiantes y profesionales, en relación con la formación profesional en la universidad y las competencias para el ejercicio profesional. El artículo utiliza datos de entrevistas semiestructuradas realizadas a estudiantes de Trabajo Social y Sociología, supervisores y responsables académicos, complementadas con conversaciones informales con estudiantes y profesores, y observaciones. Las observaciones se realizaron durante las sesiones de supervisión académica grupal en el aula universitaria y en los distintos centros de prácticas donde se realizan las prácticas formativas. El estudio contó con una muestra total de 11 personas, 2 coordinadores de formación profesional a nivel de facultad, 2 estudiantes de cuarto año de Trabajo Social, 2 estudiantes de cuarto año de Sociología, 3 tutores académicos, 2 profesionales a cargo de los estudiantes en los lugares de trabajo. Los participantes fueron seleccionados para el estudio sobre la base de la conveniencia y la voluntad de ser entrevistados y a través de un muestreo en bola de nieve o en cadena. También se utilizaron para identificar casos de interés de personas que conocen a personas de alto interés. Todos ellos estudiaron en la Facultad de Trabajo Social y en la Facultad de Sociología. Una vez se realizaron las entrevistas, se recopiló la información y se transcribió en documentos de Word. Se analizaron utilizando la relación de temas y categorías de análisis identificadas en las matrices intertextuales, a partir de un sistema de conceptos interconectados que se reiteraban. Los temas emergentes en las entrevistas fueron: las competencias profesionales obtenidas durante la formación profesional y el trabajo de campo, las supervisiones académicas, y la aplicación práctica de los conocimientos obtenidos para un trabajo social crítico. Desde estos temas emergieron las siguientes categorías de análisis:

  • el valor de las prácticas formativas para un ejercicio profesional crítico

  • la relación supervisor-profesional-estudiante

  • la relación del contexto organizacional con la formación crítica

Análisis y resultados

Competencias y utilidades prácticas y profesionales en Trabajo social y Sociología en el sur de España

Desde la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior (EES), los estudios reglados de Sociología y Trabajo Social en España se organizan en niveles de Grado algo que ha igualado a las dos disciplinas en la academia. En ambos casos tras los estudios (240 ECTS de Grado), se puede realizar un Máster, con una duración de entre 1 y 2 años y de entre 90 y 120 créditos. Adicionalmente, existen estudios de doctorado para la realización de tesis doctorales.

La parte principal del currículum es similar para ambos grados en España, aunque las universidades tienen autonomía para el diseño de su oferta formativa y se encuentran algunas diferencias en los tipos y contenidos de las asignaturas. Respecto a las prácticas formativas, cada universidad tiene su propia normativa. Según el Plan de Estudios de Sociología, esta es una materia obligatoria a la que corresponden 6 créditos ECTS y su organización corresponde al ámbito de la Facultad, donde existe una Oficina de Prácticas y un vicedecanato dedicado a su organización y gestión. Los alumnos cuentan con tutores académicos, pero no existen seminarios estructurados específicos. En Trabajo Social, según el Plan de Estudios, las prácticas externas están estructuradas en 30 créditos, 24 de estos se dedican a las prácticas en centros y seis a la supervisión de dichas prácticas formativas. La supervisión se entiende como el proceso de reflexión sobre las prácticas realizadas con apoyo profesional, e incluye tareas como: visitas a los centros, evaluación intermedia y final —mediante sesiones individuales y grupales periódicas en las que se analiza críticamente la práctica profesional y la propia posición ante ella—, la supervisión es realizada por el profesorado del Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales —que se dedica de forma exclusiva a esa tarea siendo al mismo tiempo profesionales en activo—. Además, la tutorización profesional es llevada a cabo por trabajadores sociales que desempeñan su actividad en los centros colaboradores de formación en prácticas.

Como se observa en la Tabla 1 el grado de Sociología cuenta con veintidós competencias básicas (CB) y nueve competencias específicas (CE) respecto a sus prácticas formativas; en Trabajo Social las CB son once y seis las CE. Siguiendo la definición de una práctica profesional crítica como aquella que cuestiona su propia intervención, que tiene en cuenta la estructura social donde se sitúa el caso que atiende, trabaja con técnicas participativas y comprometidas, se contempla la integridad y globalidad y el protagonismo del usuario en el proceso de cambio, las competencias que destacan y más se acercan a esta definición corresponden al grado de Trabajo Social.

Tabla 1: Competencias de los títulos de grado de Sociología y Trabajo Social. Fuente: Elaboración propia a partir de la Memoria verificación Grado de Sociología y memoria de verificación Grado de Trabajo Social de ANECA y de las Guías docentes.

Práctica profesional crítica

CB y CE del Grado de Sociología

CB y CE del Grado de Trabajo Social

Cuestiona su propia intervención

CB. Aplicar conocimientos con argumentos y resolución de problemas dentro del área de la Sociología. CB. Razonamiento crítico. CE. Análisis y síntesis. CE. Cooperar en equipos interdisciplinares y multiculturales CE. Toma de decisiones y saber adaptarse a nuevas situaciones

CB. Aplicar conocimientos y las competencias por medio de elaboración y defensa de argumentos y resolución de problemas dentro de su área de estudio. CB. Analizar críticamente situaciones propias y ajenas CB. Diseñar, implementar y evaluar proyectos de intervención social. CE. Responder a situaciones de crisis valorando la urgencia de las situaciones, planificando y desarrollando acciones y revisando sus resultados. CE. Valorar las necesidades y opciones para orientar una estrategia de intervención.

Tiene en cuenta la estructura social dónde se sitúa el caso que atiende

CB. Compromiso con los derechos humanos y la no discriminación. CB. Compromiso con la igualdad de género. CE. Organización y planificación.

CB. Reunir e interpretar datos relevantes para emitir juicios que incluyan una reflexión sobre temas relevantes de índole social, científica o ética. CB. Gestionar, presentar y compartir historias e informes sociales, accesibles y actualizados como garantía en la toma de decisiones y valoraciones profesionales

Trabaja con técnicas participativas y comprometidas

CB. Capacidad para desarrollar trabajos creativos. CB. Transmitir información, ideas, y soluciones a un público especializado y no especializado. CB. Compromiso profesional CB. Habilidades en relaciones interpersonales CE. Saber resolver problemas.

CB. Transmitir información, problemas y soluciones a un público tanto especializado como no especializado. CB. Usar la mediación como estrategia de intervención destinada a la resolución alternativa de conflicto CE. Interactuar con personas, familias, grupos, organizaciones, comunidades para conseguir cambios, para promocionar el desarrollo de los mismos y para mejorar sus condiciones de vida por métodos y modelos de trabajo social, haciendo un seguimiento de los cambios que se producen al objeto de preparar la finalización de la intervención. CE. Diseñar, producir, implementar y evaluar planes de intervención con el sistema cliente y colegas profesionales negociando el suministro de servicios que deben ser empleados y revisando la eficacia de los planes de intervención con las personas implicadas al objeto de adaptarlos a las necesidades y circunstancias cambiantes. CB. Preparar y participar en reuniones de toma de decisiones para defender los intereses de las personas, familias, grupos, organizaciones y comunidades

Se contempla la integridad y globalidad y el protagonismo del usuario en el proceso de cambio

CB. Atender a la diversidad y multiculturalidad CE. Toma de decisiones. CE. Formular, diseñar y gestionar proyectos

CB. Desarrollo de habilidades de aprendizaje necesarias para emprender estudios posteriores con un alto grado de autonomía. CE. Apoyar redes para hacer frente a las necesidades y trabajar a favor de los resultados planificados examinando con las personas las redes de apoyo a las que puedan acceder y desarrollar. CE. Promover el crecimiento, desarrollo e independencia de las personas identificando oportunidades para formar grupos, utilizando la programación y las dinámicas de grupos para el crecimiento individual y el fortalecimiento de las habilidades de relación interpersonal

Las diferencias en ambos títulos son los elementos críticos a desarrollar por el alumnado a través de las prácticas formativas, con mucha más presencia en el Grado de Trabajo Social. En Trabajo Social (ver Tabla 1), sobresalen aquellas capacidades que favorecen el desarrollo de actuaciones desde una perspectiva crítica, global, analítica en la que se busca la participación autónoma e implicación del cliente en su propio cambio. En Sociología, las competencias enfatizan el desarrollo del conocimiento y el análisis de los problemas sociales sin reflejar posteriormente resultados destinados a favorecer una intervención crítica.

Las personas implicadas en las prácticas profesionales de ambas titulaciones son tutores académicos, profesionales a cargo del alumnado, coordinador de prácticas o vicedecano-a, y estudiantes en prácticas formativas (ver Tabla 2). Sus funciones varían según las titulaciones. En el Prácticum de Trabajo Social, la figura de el/la coordinador/a es la encargada de gestionar los recursos para realizar las prácticas, de distribuir al alumnado en los diferentes grupos de prácticas, así como de planificar las diferentes actividades docentes incluidas en el Prácticum: seminarios de integración teórica prácticas, supervisiones grupales, etc. Los tutores académicos son expertos del ámbito profesional, contratados por la universidad como profesorado asociado a tiempo parcial para realizar las funciones de supervisión del grupo asignado, coordinación y seguimiento del alumnado en su centro de prácticas junto con sus tutoras profesionales. Por último, los profesionales a cargo del alumnado son aquellos que tutorizan en el propio ámbito profesional el aprendizaje del alumnado y siempre deben ser trabajadores sociales. De forma similar, en el Grado de Sociología, los actores implicados son los mismos. La diferencia se encuentra en los tutores de centro y profesionales a cargo del alumnado, pues suelen ser profesores con o sin ninguna experiencia laboral fuera del ámbito académico. Estas diferencias van a favorecer el fortalecimiento de la identidad corporativa en Trabajo Social frente a otras disciplinas en Ciencias Sociales.

Tabla 2: Actores implicados en las prácticas formativas. Fuente: Elaboración propia

Grados

Actores implicados en la s prácticas formativas

Características

Sociología

Vicedecano de Prácticas

Personal docente e investigador de la Universidad

Supervisores académicos

Pueden ser o no ser sociólogos y estar o no estar activos en el ejercicio profesional

Profesionales a cargo de alumnado

Pueden ser o no ser sociólogos y estar o no estar activos en el ejercicio profesional

Alumnado

Haber superado al menos 120 créditos entre asignaturas de formación básica y obligatoria y 18 créditos optativos.

Trabajo Social

Coordinadora de prácticas

Personal docente e investigador de la Universidad

Supervisores académicos

Siempre son trabajadores sociales en activo

Profesionales a cargo de alumnado

Siempre son Trabajadores Sociales en activo excepto en centros “no convencionales”

Alumnado

Haber superado 120 créditos de asignaturas no optativas

¿ Es posible un ejercicio profesional crítico desde las prácticas formativas en Trabajo Social y Sociología?

Como se ha expuesto, existen no sólo diferencias en las competencias, número de horas y créditos de prácticas formativas sino también en el entendimiento de esta formación dentro de la estructura de los planes de estudio. A partir de las entrevistas realizadas encontramos, sin embargo, tres elementos en común en las prácticas formativas de los grados de Sociología y de Trabajo Social.

Primero, respecto a las diferencias percibidas sobre el valor de las prácticas formativas para una intervención crítica y una discrepancia sobre el valor crítico de las competencias, es decir, los entrevistados reconocían la importancia de las prácticas profesionales para un futuro desempeño profesional que la formación teórica no les ofrece:

Aprendí un montón sobre investigación en trata… Yo hice todo el análisis de las encuestas y aprendí mucho sobre ese tema y cómo analizar una encuesta con preguntas abiertas. Además, aprendí a digitalizar encuestas a través de un programa específico… Me ayudó a aplicar conocimientos teóricos que no podría haber entendido sin las prácticas.

(Estudiante de prácticas de Sociología)

Una cosa es ver la teoría en la facultad de las prestaciones y otras mil cosas más, y otra muy diferente es ver cómo se comportan en la práctica todas estas enseñanzas. Esto muchas veces te lleva a la reflexión crítica y a empezar a pensar en cómo podrían mejorar las cosas, en las injusticias y desigualdades que existen… No hay que olvidar que el trabajo social también es lucha por la justicia e igualdad social.

(Estudiante de prácticas de Trabajo Social (2))

Segundo, en ambos grados se reconoce que el supervisor profesional a cargo del estudiante es fundamental no sólo para el desarrollo de competencias básicas de las prácticas sino para una realización crítica de estas. Desde las entrevistas podemos detraer que, a pesar de existir una reproducción de determinadas relaciones de poder en el contexto de prácticas profesionales, como planteaba Heron (2007), es también cierto que cómo sea esa relación influirá en mayor o menor medida una formación crítica. Así lo expresó la coordinadora de prácticas de Trabajo Social por un lado y una estudiante de Sociología por otro:

En cuanto a las prácticas curriculares, opino que el centro y el profesional con quien desarrolle las prácticas curriculares puede contribuir a ese “despertar” del enfoque crítico, atendiendo a las propias características del centro de prácticas (¿cómo se posiciona ante el TS?), y lógicamente del bagaje del trabajador/a social que está tutorizando al estudiante (¿se ve y actúa como un agente de cambio?). Pero como comentaba al inicio, el estudiantado necesita tener una formación previa para ser capaz de identificar, discernir, etc. si lo que está viviendo en la institución de prácticas se posiciona o no en la lógica del trabajo social crítico. Así mismo, a través de las supervisiones grupales e individuales en la facultad se puede hacer ese proceso reflexivo, es decir, acompañar al estudiante para que valore si su experiencia práctica se enmarca o no en ese posicionamiento crítico.

(Coordinadora del Prácticum de Trabajo Social)

He visto cómo aplicar la sociología porque además tenía un sociólogo como referente que me orientaba… y mi supervisora de prácticas se preocupaba mucho por mi… Otra gente ha hecho prácticas más en intervención social, de trabajo social, que en sociología… yo creo que deberían ser más largas para poder profundizar… la mayoría de la gente no sabe cómo aplicar lo que hemos estudiado. Tenemos mucha formación teórica pero no sabemos cómo aplicarla. Si fueran más largas podríamos aprender… En Sociología hay mil aplicaciones, puedes estar en un departamento de marketing, o trabajar con trabajadores sociales, o analizando encuestas…

(Estudiante de prácticas de Sociología)

Tercero, respecto a los propios centros de prácticas y su contexto organizacional, permitirá o reducirá una formación crítica. Así por ejemplo, si el alumnado realiza sus prácticas formativas en un centro de la administración pública tendrá menos posibilidad de realizar un trabajo social crítico, pues las funciones y tareas están muy definidas y encorsetadas y tienden a la gestión y provisión de recursos sociales. Por el contrario, si lo realizan en una entidad “no convencional” el contexto institucional da más posibilidades a la autoreflexión y la crítica institucional, pues no dependen del sistema de servicios de bienestar estructurados, y el ejercicio profesional no está constreñido por los imperativos y fines institucionales y descubrir trampas organizacionales (Cruz, 2011):

El Prácticum de Trabajo Social, que se realiza durante un curso completo, es en sí una asignatura y da lugar a que el alumnado ponga en práctica lo aprendido a lo largo de los diferentes cursos, y, además, pueda aplicar técnicas profesionales que continuará desarrollando y mejorando en su vida laboral. Pienso que esto supone un primer paso y un aporte esencial que favorece la visión crítica de la profesión, después vendrá la institución en la que se realiza el Prácticum, que marcará diferentes aspectos, incluido el rol que en ocasiones se ha de tener como profesional y/o funciones que habrá de asumir, y por supuesto, la visión crítica de la persona que tutoriza sus prácticas.

(Tutor académico Trabajo Social (1))

Yo creo que tuve suerte del lugar dónde hice prácticas porque tengo compañeros que los ponían a hacer fotocopias… en mi caso algún aprendí mucho a trabajar en equipo, a organizarme el tiempo y tener una responsabilidad… A mí me ha ayudado a tener una perspectiva crítica porque en la organización en la que hice las prácticas estuve en contacto con un sociólogo y pude ver cómo hacía un análisis crítico de la información que obtuvimos de unas encuestas. En el grado no se incluye el enfoque de género, interseccionalidad, etc.… se tratan muchos temas de forma etnocentrista, unilateral… Entonces allí vi que sí se incluían todas estas características críticas en el análisis de los datos, además imagino que influyó que era un equipo multidisciplinar.

(Estudiante de prácticas de Sociología)

Creo que esa cuestión va estrechamente ligada al centro de prácticas en que te corresponda trabajar. En algunos, como es mi caso, el espíritu crítico es algo que se cultiva y se fomenta espectacularmente y de hecho en eso basan principalmente su mecánica de trabajo, lo cual considero tremendamente positivo para alcanzar los objetivos que toda intervención y trabajo social debe tener. En otros, sin embargo, (y siempre según mi opinión) el espíritu crítico no está tan presente e incluso a veces, me atrevería a decir, trata de evitarse a toda costa lo que, a mi parecer, limita bastante su capacidad de influencia y cambio social real.

(Estudiante de Trabajo Social (2))

En el caso del Grado de Sociología la falta de competencias críticas es congruente con la propia definición de las prácticas en el plan de estudios, que cómo se expuso no favorece una perspectiva crítica. No se espera del estudiante que aplique de forma crítica las competencias aprendidas en el resto del Grado, sino que aplique esos conocimientos independientemente de si se hace de forma crítica o no. Las prácticas formativas en Sociología buscan cumplir con una función más práctica que transformadora al contrario que ocurre en la del Trabajo Social:

Como tales no, igual dan una oportunidad, pero no están concebidas para ello. Depende de lo que entendemos por perspectiva crítica. Hay algunos que critican esta conexión con esto del mercado laboral de trabajar sin que te paguen. No creo que se propicie.

(Tutor académico de Sociología)

Tratamos de ajustar los planes formativos con las prácticas… Eso fue mucho trabajo porque tuve que contactar con el Colegio Profesional, con la Cámara de Comercio… y me informaban sobre necesidades que nosotros podíamos cubrir. Eso es una de las grandes faltas en Sociología o Ciencias Políticas que nosotros mismos no somos permeables a decir que podemos hacer y que no podemos hacer… Eso tratamos de hacer ajustar los planes formativos.

(Vicedecano de prácticas de Sociología)

Las prácticas profesionales de Trabajo Social como ejemplo para otras Ciencias Sociales

La configuración del Grado en Trabajo Social se orienta a una formación teórico práctica que permita al alumnado adquirir competencias y habilidades que favorezcan el ejercicio de la profesión desde una perspectiva crítica, cómo se ha mostrado en los apartados anteriores. El Trabajo Social parte de la necesidad de conocer para intervenir, de gestionar problemáticas y aplicar métodos, modelos de intervención y recursos desde un análisis crítico de las situaciones, de las personas y sus potencialidades y del cuestionamiento de la posición del trabajador social ante las instituciones y políticas públicas, desde las que se desarrolla la profesión. Esto se materializa en la asignatura del Prácticum que incluye otras actividades y espacios como son los espacios de supervisión tutelados y orientados por profesionales del campo y los seminarios de integración teórico práctica que se diseñan para el alumnado.

Desde las entrevistas realizadas a las diferentes agentes que participan en el Prácticum de trabajo social, destacan cinco fortalezas de esta asignatura: La primera de ellas tiene que ver con la cualidad de las prácticas. La segunda, se relación con la temporalización que da lugar a una mayor profesionalización; la tercera, se relaciona con la diversidad de contextos aplicables a diferentes realidades sociales; la cuarta tiene que ver con la integración entre la teoría y realidad práctica a través de las supervisiones con profesionales en activo; por último, se ha identificado la importancia del acompañamiento profesional como una de las fortalezas de las prácticas formativas. 

Respecto a la primera fortaleza se señala que las prácticas están muy centradas en la acción en un contexto real, de contacto y de intervención directa (Irvine et al., 2015):

Yo creo que aquí estamos muy centrados en lo que es la intervención directa. La ponemos (al alumno) más a que conozca eso, la realidad. Y, sobre todo, intentamos que conozca las situaciones más complejas.

(Tutora de Centro de Trabajo Social)

Las fortalezas del Prácticum, pues...yo creo que principalmente el contacto directo con los profesionales de los centros. Los alumnos tienen la oportunidad, yo creo, principalmente la oportunidad de ver o de tener la visión más amplia de lo que han aprendido en la teoría a lo que se encuentran en la práctica que en muchas ocasiones, sobre todo en trabajo social es muy dispar. Una cosa es lo que pone el libro y otra cosa es lo que te encuentras a pie de calle.

(Tutora académica de Trabajo Social (1))

Una segunda fortaleza se centra en su duración y la carga lectiva que representa el Prácticum, que favorece que el alumnado pueda conocer e intervenir como futuro profesional en intervenciones que se prolongan en el tiempo:

El hecho de que las horas ¿no?, porque son cuatrocientos y pico horas ¿no?, lo que son de prácticas y además en un tiempo que es prácticamente todo el curso, con lo cual da tiempo a ver muchas situaciones y principalmente el seguimiento de esas situaciones.

(Tutora académica Trabajo Social (2))

La diversidad de centros, áreas y tipos de instituciones donde pueden realizar las prácticas es la tercera de las fortalezas del Prácticum señalada por las personas entrevistadas. Esta diversidad proporciona al alumnado la oportunidad de conocer e intervenir con distintos colectivos, con diversas realidades y desde diferentes recursos institucionales:

Nosotros aquí tenemos muchísima amplitud. Entonces yo creo que el hecho de tocar tantos palos, tantas áreas, yo creo que es una riqueza el hecho de eso, de poder abrirnos a diferentes instituciones, a diferentes entes, a diferentes sectores de población, yo creo que sería lo más característico.

(Coordinadora Prácticum Trabajo Social)

La formación complementaria e integradora que reciben los alumnos a través de los seminarios de integración teoría-práctica se destaca como cuarta fortaleza. Estos seminarios versan sobre aspectos teóricos y prácticos relacionados con el ámbito dónde el alumnado realizará sus prácticas de campo:

Lo que sí veo muy bien, bajo mi opinión son los seminarios. Porque yo tuve el seminario, de mi centro, de servicios sociales comunitarios, tuve esa suerte. Y yo pienso que aprendí muchísimo y que me vino genial.

(Estudiante de Trabajo Social (1))

Finalmente, se ha señalado como fortaleza el sistema de supervisión tanto grupal como individual que recibe el alumnado a cargo de profesionales que comparte su actividad profesional con la actividad como docentes:

El hecho de eso de también de tener tutores que vienen de los ámbitos de intervención, que estáis también retroalimentando con el alumnado. Yo creo que eso también es una cosa que enriquece y fortalece nuestro Prácticum.

(Coordinadora Prácticum Trabajo Social)

Esto creo que depende mucho de lxs tutorxs que hayamos tenido, sin embargo, en mi opinión si lo creo, gracias al desarrollo crítico de mi supervisora, profesor del seminario y tutora del centro.

(Estudiante de Trabajo Social (1))

Pese a todo lo expuesto anteriormente, aún existen debilidades tanto en el diseño como en la ejecución del Prácticum. Probablemente estas debilidades repercutan en el desarrollo de unas prácticas formativas que favorezcan el ejercicio de un trabajo social crítico (Irvine et al., 2015). Desde las entrevistas, se señalan cuatro debilidades fundamentales: por una parte la insuficiencia de centros y entidades pues hay más alumnado que oferta de plazas; en segundo lugar, relacionada con la anterior se ha encontrado la existencia de centros y profesionales de prácticas que no favorecen la adquisición de competencias críticas; la tercera tiene que ver con la desconexión teórico-práctica en la formación, pues muchas asignaturas teóricas fundamentales para las prácticas formativas se dan en los primeros cursos y quedan alejados del cuarto año; por último se ha encontrado una desconexión y descoordinación entre los grupos de supervisión, lo que genera diferencias en esta formación.

Respecto a la primera debilidad, la insuficiencia de entidades donde el alumnado pueda realizar sus prácticas existe una mayor demanda de plazas para realizar el Prácticum que centros donde poder realizar las mismas. Esto produce dos efectos claros que repercuten en la calidad del Prácticum. Por un lado, en la motivación del alumnado al no poder escoger el área o campo de interés donde formarse. Por otro lado, en la necesaria inclusión del alumnado en centros donde quizás no se ofrezca un programa de prácticas adecuado a los objetivos marcados en esta asignatura:

Bueno, la escasez de centros y entidades también. Es un déficit importante que no es de los propios centros sino bueno, de la, de la demanda y la oferta que se produce que no, no corresponde.

(Tutora académica de Trabajo Social (1))

La segunda debilidad, muy relacionada con el déficit mencionado anteriormente, se encuentra en que los centros o entidades que se ofertan, a veces no ofrecen suficientes actividades para que el alumnado pueda adquirir las competencias que se establecen en el programa del Prácticum:

Y luego otro déficit a lo mejor es que, no hay como una...es que no me atrevo a generalizar porque igual no es así, pero, sí que a lo mejor hay una falta de sensibilización por parte de profesionales del trabajo social en los que ven al alumno o la alumna de trabajo social como una carga, más que como una persona que está aprendiendo. El hecho de verlo como una carga hace que pues bueno, el pensamiento, que no sé si puede ser así, pero el pensamiento de si yo bueno, no obtengo nada, pues no me voy a esforzar en nada. Entonces yo creo que eso también se mezcla mucho con las, con cómo estén los profesionales dentro de su propia empresa, sea pública o privada. Pero la situación en la que se encuentre, laboral, sobre todo, tiene mucho que ver con la sensibilidad también que preste, a parte de la información que también se le pudiera dar desde la propia facultad, aquí.

(Tutora académica de Trabajo Social (1))

La tercera debilidad que se señala con respecto al Prácticum y su organización y estructura dentro del Grado de Trabajo Social es la débil relación temporal que existe entre el aprendizaje teórico y la realización de las prácticas, las cuales, como se ha mencionado, se realizan el último año de la carrera y asignaturas que son importantes para las prácticas formativas del alumnado, se imparten en los primeros años:

Porque eso yo creo también que se retroalimentaría más con lo que están viendo en la teoría, que lo lleven a la práctica…yo qué sé, yo es que imparto por ejemplo la introducción a los modelos en primero y luego van a intervenir en cuarto, pues no sé…si a lo mejor tuviesen como unas pequeñas experiencias de prácticas, de eso como de menos horas en dos o tres años, sería yo creo que más enriquecedor la teoría y la práctica, pienso vamos, no sé.

(Coordinadora del Prácticum de Trabajo Social)

Finalmente se señala como debilidad la falta de coordinación entre el profesorado supervisor con respecto a los contenidos, objetivos y enfoques que se desarrollan en los espacios de supervisión con el alumnado:

En las memorias deben hacer una reflexión sobre la institución, sobre el trabajo social, sobre los usuarios… Durante las supervisiones grupales se trata de reflexionar sobre su posición, pero no depende del alumnado, en las supervisiones grupales se orienta a la realización de tales reflexiones, pero no está estructurado… Somos 9 grupos de supervisiones y cada uno trabaja como puede o quiere… Tenemos unos guiones comunes donde se incluye la parte crítica en torno a la institución, a los usuarios… pero no realmente una autorreflexión…

(Tutora académica de Trabajo Social (2))

Así, a pesar de que se fomente un espíritu crítico, hay poca reflexión sobre la posicionalidad de profesionales, estudiantes y tutores y en su propia relación por lo que aún estamos lejos de lo queKondrat (1999) denominó cómo la autorreflexividad sobre los privilegios asociados con la ubicación social, a pesar de ello las fortalezas de las prácticas profesionales de Trabajo Social son un ejemplo a seguir por otras disciplinas en Ciencias Sociales.

Discusión y conclusiones

En España, las Ciencias Sociales en general han experimentado importantes transformaciones en sus enseñanzas a partir de la aplicación del Plan de Bolonia. Los planes de estudios se reorganizaron para adaptarse a las demandas impuestas por el EEES, significando no sólo una nueva distribución de créditos, sino la aparición y desaparición de materias con contenidos fundamentales. En Sociología, supuso pasar de cinco a cuatro años; por el contrario, Trabajo Social pasó de tres a cuatro con una ampliación de cursos, materias y contenidos. La reforma no se limitó al cambio de las estructuras curriculares, sino que trató de capacitar con nuevos instrumentos profesionales y la creación de enfoques teóricos que lleva implícitos instrumentos metodológicos y protocolos de actuación con rasgos propios del Trabajo Social (Riquelme, 2010).

Las prácticas formativas se entienden como una contribución a la formación del alumnado en su aprendizaje teórico, práctico y en metodologías adecuadas de trabajo. El énfasis está en la aplicación de conocimientos adquiridos. Sin embargo, al contrario de lo que planteaCruz (2011), no se menciona la necesidad de aplicaciones críticas de este, sino que se enfatizan aquellos aprendizajes que faciliten la inserción en el mercado de trabajo y mejoren su empleabilidad futura, incluido el emprendimiento. Tampoco se menciona la necesidad de supervisión crítica que acompañe a las prácticas formativas para la apropiación instrumental de la realidad y su modificación. Concretamente, en las enseñanzas del trabajo social como área de conocimiento dentro del sistema universitario se han ensanchado y fortalecido. El aumento de las prácticas formativas ha logrado fomentar el diálogo entre academia y realidad social favoreciendo un trabajo social crítico. Desde la propia configuración académica-formativa del prácticum en trabajo social y en sociología se dota de una mayor perspectiva crítica al primero. Las competencias que se prevén alcanzar en uno y otro grado, así como el diseño de las prácticas en cuanto a estructura, tiempos, actividades y funciones de los/as distintos/as agentes que intervienen, así lo demuestran. Por otra parte, se encuentran similitudes respecto a los de las prácticas formativas del trabajo social con disciplinas cómo la sociología en que esta depende de los tutores profesionales a cargo de los estudiantes y de los propios centros de prácticas. En trabajo social se señalan a los tutores de centro y a los profesionales a cargo del alumnado cómo un elemento favorecedor del fortalecimiento de la identidad corporativa en Trabajo Social frente a otras disciplinas en Ciencias Sociales. Se han encontrado, sin embargo, cinco fortalezas y cuatro debilidades en estas prácticas formativas. En relación a las fortalezas se señalan la alta calidad de la formación; la temporalización que da lugar a una mayor profesionalización; la diversidad de contextos de aplicables a diferentes realidades sociales; la integración entre la teoría y realidad práctica a través de las supervisiones con profesionales en activo; y la importancia del acompañamiento profesional como una de las fortalezas de las prácticas formativas. Cómo debilidades se han encontrado la insuficiencia de centros y entidades para cubrir la demanda de plazas en la prácticas formativas; la existencia de determinados centros y profesionales de prácticas que no favorecen la adquisición de competencias críticas; la desconexión teórico-práctica en la formación pues muchas asignaturas teóricas fundamentales para las prácticas formativas se da en los primeros cursos y quedan alejados del cuarto año; la desconexión y descoordinación entre los grupos de supervisión lo que genera diferencias en esta formación en el propio alumnado de Trabajo Social.

La importancia que adquiere la asignatura del Prácticum en Trabajo Social, pone en evidencia la trayectoria histórica que ha tenido el Trabajo Social en España como disciplina eminentemente práctica que ha supeditado esta dimensión a aquellas de desarrollo teórico y de investigación. Esta, sin embargo, provee a los futuros trabajadores sociales de un escenario donde aplicar los conocimientos, competencias y habilidades adquiridas en su formación teórica previa y posicionarse críticamente ante las situaciones, instituciones y profesionales donde desarrolla su aprendizaje práctico. Por su parte la Sociología se ha desarrollado en el ámbito de la investigación y producción teórica favoreciendo el análisis de la realidad social. Se hace necesaria así la interconexión de las Ciencias Sociales desde sus contribuciones teórico-prácticas para una formación más completa y acorde a las realidades sociales complejas.