Lo intransitivo de la educación
DOI:
https://doi.org/10.7203/CREATIVITY.8.29938Resumen
El pensamiento sistémico es un pensamiento holístico. Rompe con los supuestos mecanicistas y lineales según los cuales todo fenómeno (por ejemplo, una anomalía del comportamiento) puede remontarse a uno o varios factores condicionales que somos capaces de reconocer de manera prosaica. En cambio, el pensamiento sistémico parte de una epistemología que aborda a fondo la cuestión de cómo las y los observadores construyen realidades y las dan por sentadas como la única realidad que es igual para todos, una educación rutinaria que les ciega cada vez más ante lo que está a punto de surgir.
El conocimiento y la experiencia altamente cultivada pueden perjudicar la resonancia con la otra parte porque socializan a los profesionales responsables (personal docente, de orientación, directivo, etc.) en la ilusión de un sabidurilla separada que pierde las conexiones. E acompañamiento de los procesos de transformación –ya sean de enseñanza-aprendizaje o de dirección– requiere expertos en no-saber (cf. Arnold 2019) si se quiere apoyar efectos verdaderamente profundos y sostenibles a nivel de resultados.
En el corazón del profesionalismo que se incluye a sí mismo se encuentra, por tanto, una actitud específica que se apoya en los valores y criterios de una visión humanista del ser humano y una relación dialógica, por un lado, y una reflexión que se autoincluyente a sí misma y un enfoque prosaico de la eficacia, por otro.
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